In celebration of Hispanic Heritage Month, we’re recognizing the achievements and contributions of four Hispanic American champions – “Local Legends” who blazed a trail of success through the fog of bigotry and discrimination to provide opportunity for generations to come.

Today, more than 85,000 American Latinos contribute to Aurora’s proud, vibrant diversity.

We celebrate these Local Legends with stories compiled through help from our friends at the Aurora Historical Society, conversations with family members and news accounts during the Legends’ time spent here in the Fox Valley.

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En celebración del Mes de la Herencia Hispana, estaremos reconociendo los logros y contribuciones de cuatro campeones hispanoamericanos – “Leyendas locales” que abrieron un camino de éxito a través de la neblina de intolerancia y la discriminación para brindar oportunidades a las generaciones por venir.

Hoy en día, más de 85,000 latinos estadounidenses contribuyen a la orgullosa y vibrante diversidad de Aurora.

Celebramos estas leyendas locales con historias compiladas a través de la ayuda de nuestros amigos en la Sociedad Histórica de Aurora, conversaciones con miembros de la familia e informes de noticias durante el tiempo que las leyendas pasaron aquí en Fox Valley.


Photo of Arturo ValesquezArturo Velasquez

1934 – 2018

It’s fair to say that Arturo “Art” Velasquez’s supremely talented hands brought him to the Fox Valley.

But it was his voice and selfless heart that delivered the biggest impact once he got here.

Born in Lockhart, Texas, Art became skilled with his hands as a young boy while working in his father’s mechanic shop; he later became a carpenter and joined the United Brotherhood of Carpenters (UBC). In 1966, he was appointed as an organizer of the UBC and later became a representative for the International President of the UBC, where he worked in several states, Puerto Rico and the Caribbean. Art’s increased responsibilities with the carpenters union allowed him to relocate his family virtually anywhere in the country.

He chose North Aurora.

Once here, Art immersed himself in local politics, feeding his passion to represent underserved pockets of the community and advocate for equality, particularly in the areas of education and labor. (While in Texas, Art’s political involvement included work for then-Congressman Lyndon Johnson for whom he served as a charter member of “The Chains That Bind Us” – a committee organized to support what became President Johnson’s War on Poverty.)

Art served on the boards of many community organizations in Aurora, including the United Way, the Urban League, the Hispanic Heritage Advisory Board, Family Counseling Service, Study Circles, Friends of Seniors and Centro Panamericano.

Known for redirecting the spotlight onto others, Art was a powerful voice for organized labor in the Aurora area and a passionate advocate for education. Having attended segregated schools, Art fought for all students, which supported his belief that quality education was a great equalizer.

Art served as president of the League of United Latin American Citizens Council (LULAC) 5218 and the LULAC Council of the Aurora Foundation, where he raised more than $200,000 for scholarships for local students.

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Es justo decir que las manos supremamente talentosas de Arturo “Art” Velasquez lo trajeron a Fox Valley.

Pero fue su voz y su corazón desinteresado loque genero el mayor impacto una vez que llego aquí.

Nacido en Lockhart, Texas, Art se hizo hábil con las manos cuando era niño mientras trabajaba en el taller mecánico de su padre; más tarde se convirtió en carpintero y se unió a United Brotherhood of Carpenters (UBC). En 1996, fue nombrado organizador de la UBC y luego se convirtió en representante del presidente internacional de la UBC, donde trabajo en varios estados, Puerto Rico y el Caribe. Las mayores responsabilidades de Art con el sindicato de carpinteros le permitieron reubicar a su familia prácticamente en cualquier parte del país.

Eligio a North Aurora.

Una vez aquí, Art se sumergió en la política local. Alimentando su pasión por representar los sectores desatendidos de la comunidad y abogar por la igualdad, particularmente en las áreas de educación y trabajo. (Mientras estuvo en Texas, la participación política de Art incluyo el trabajo para el entonces congresista Lyndon Johnson, para quien se desempeño como miembro fundador de “The Chains That Bind Us”, un comité organizado para apoyar lo que se convirtió en la Guerra Contra la Pobreza del presidente Johnson.)

Art formo parte de las juntas directivas de muchas organizaciones comunitarias en Aurora, incluidas United Way, Urban League, Hispanic Heritage Advisor Board, Family Counseling Service, Study Circles, Friends of Seniors, y el Centro Panamericano.

Conocido por redirigir la atención hacia otros, Art fue una voz poderosa para el trabajo organizado en el área de Aurora y un apasionado defensor de la educación. Habiendo asistido escuelas segregadas, Art lucho por todos los estudiantes, lo que apoyo su creencia de que la educación de calidad era un gran ecualizador.

Art se desempeñó como presidente del Consejo 5218 de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), donde recaudo mas de $200,000 para becas para estudiantes locales.


Pete PerezPhoto of Peter Perez

1924 – 1999

Upon returning to his hometown of Aurora after an aspiring professional football career – one that included a year with the Chicago Bears and five more in the American Football League – Peter “Pete” Perez began work at the Chicago, Burlington and Quincy (CB & Q) Railroad.

It was a fitting start to his post-football life, considering Pete for his first seven years lived with his family in a train’s boxcar just outside Aurora, where Mexican immigrants like Pete’s parents settled and carved out a community through hard work, family bonds and train cars. The hardscrabble life in “El Campo,” as it was affectionately called by residents, represented immigrant Mexicans’ first stop to the American dream.

Pete graduated from Marmion Military Academy in 1943 and attended the University of Illinois on a football scholarship, before leaving school after one year to sign with the Bears, becoming one of the first Hispanics to join George Halas’ NFL charter franchise and beginning a pro football career that spanned six years.

But after a short time at the railroad, Pete turned his focus to law enforcement, in large part because he could no longer sit idle and witness police officers’ poor treatment of Mexicans, himself included, according to son Pat. At first, Pete set out to prove that tough-minded officers (which Pete was) could serve with honor, dignity and respect toward other human beings, no matter their heritage. Pete spent 10 years protecting the streets of Aurora as a patrol officer, before a promotion to sergeant and head of Aurora’s first Juvenile Division.

In 1978, Pete retired as an APD lieutenant and joined the Kane County Sheriff’s Department for 13 years as undersheriff, completing a decorated career in which the Perez name first became synonymous with local law enforcement.

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Al regresar a su ciudad natal de Aurora después de una carrera aspirante al fútbol americano profesional – uno que incluyó un año con los Chicago Bears y cinco más en la Liga de Fútbol Americano – Peter “Pete” Perez comenzó a trabajar en el ferrocarril de Chicago, Burlington y Quincy (CB&Q).

Fue un comienzo apropiado para su vida pos-futbolística, considerando que Pete durante sus primeros siete años vivió con su familia en el vagón de un tren a las afueras de Aurora, donde los inmigrantes mexicanos como los padres de Pete se establecieron y forjaron una comunidad a través del trabajo duro, los lazos familiares y los vagones de tren. La dura vida en “El Campo”, como la llamaban cariñosamente los residentes, representó la primera parada de los inmigrantes mexicanos al sueño americano.

Pete se graduó de la Academia Militar Marmion en 1973 y asistió a la Universidad de Illinois con una beca de fútbol americano, antes de dejar la escuela después de un año para firmar con los Bears, convirtiéndose en uno de los primeros hispanos en unirse a la franquicia chárter NFL de George Hala y comenzando una carrera de fútbol americano profesional que abarcó seis años.

Pero después de un corto tiempo en el ferrocarril, Pete volvió su enfoque a la aplicación de la ley, en gran parte porque ya no podía quedarse de brazos cruzados y presenciar el mal trato de los agentes de policía a mexicanos, él mismo incluido, según su hijo Pat. Al principio, Pete se propuso demostrar que los oficiales con mentalidad dura (como Pete era) podían servir con honor, dignidad y respeto hacia los demás seres humanos, sin importar su patrimonio. Pete pasó 10 años protegiendo las calles de Aurora como oficial de patrulla, antes de un ascenso a sargento y jefe de la primera División Juvenil de Aurora.

En 1978, Pete se retiró como teniente de APD y se unió como subjefe del Departamento del Sheriff del Condado de Kane durante 13 años, completando una carrera condecorada en la que el nombre de Pérez se convirtió por primera vez en sinónimo de la policía local.


Photo of Agustin Nila

Agustín Nila

and the Eola Boxcar Camp

Upon arriving in Aurora in 1922, Agustiń Nila didn’t join the community of Mexican immigrants in collective pursuit of the American dream.

He built it.

Encouraged by a relative who insisted there was income opportunity at the railroad in Aurora, Agustiń and wife Porfiria, along with their two young children and Agustiń’s parents, left their Mexico homeland to begin life anew.

Early on, Agustiń’s transplanted family members lived with Porfiria’s cousin, whose home was located nearly three miles from the Chicago, Burlington and Quincy (CB & Q) Railroad Reclamation Plant at Eola, where the men in Agustiń’s family worked, including brother Senobio. Without the luxury of transportation, they walked to and from work each day – a journey that allowed Agustiń to develop a vision for his family and fellow immigrants who were not welcome to live in Aurora even if they could afford to build or buy a home.

The oldest of eight and most forthcoming in the family, Agustiń boldly asked the railroad manager if they could repurpose decommissioned boxcars into residences. Surprised yet impressed by Agustiń’s creativity, the manager agreed to rent empty boxcars for $1 each per month.

Agustiń first converted a boxcar for his parents and younger siblings; the second for Senobio and his new wife; and the third for his own family, which ultimately grew to four children.

The Eola Boxcar Camp, known as “El Campo” to residents, was born. The families built a church, played music after work, used imagination to build warm kitchens around potbelly stoves and watched the children play baseball on a makeshift diamond.

The creative, makeshift community grew to 20 boxcars and 135 residents; it thrived until 1934 when El Campo was dismantled due to dramatic workforce reductions caused by The Great Depression.

But many families remained in the area and built traditional homes – including Agustiń Nila, who quite literally laid the foundation for the vibrance and pride Aurora’s thriving Hispanic population celebrates today.

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Al llegar a Aurora en 1922, Agustín Nila no se unió a la comunidad de inmigrantes mexicanos en la búsqueda colectiva del sueño americano.

El lo fundo.

Alentado por un pariente que insistió en que había oportunidad de ingresos en el ferrocarril en Aurora, Agustín y su esposa Porfiria, junto con sus dos hijos pequeños y los padres de Agustín, dejaron su tierra natal en México para comenzar la vida de nuevo.

Al principio, los miembros de la familia trasplantada de Agustín vivían con el primo de Porfiria, cuya casa estaba ubicada a casi tres millas de la planta de recuperación del ferrocarril de Chicago, Burlington y Quincy (CB&Q) en Eola, donde trabajaban los hombres de la familia de Agustín, incluyendo hermano Senobio. Sin el lujo del transporte, caminaban hacia y desde el trabajo todos los días – un viaje que permitió a Agustín desarrollar una visión para su familia y compañeros inmigrantes que no eran bienvenidos a vivir en Aurora, incluso si podían permitirse construir o comprar una casa.

El mayor de nueve y el más expresivo de la familia, Agustín audazmente le preguntó al gerente del ferrocarril si podían reutilizar vagones fuera de servicio en residencias. Sorprendido pero impresionado con la creatividad de Agustín, el gerente accedió alquilar vagones vacíos por $1 cada uno por mes.

Agustín convirtió el primer vagón para sus padres; el segundo para Senobio y su nueva esposa; y el tercero para su propia familia, que finalmente creció a cuatro hijos.

El Campamento Vagón Eola, conocido como “El Campo” por los residentes, nació. Las familias construyeron una iglesia, tocaban música después del trabajo, usaron la imaginación para construir cocinas cálidas alrededor de estufas de barriga y vieron a los niños jugar béisbol en diamantes improvisados.

La comunidad creativa e improvisada creció a 20 vagones y 135 residentes; prosperó hasta 1934, cuando El Campo fue desmantelado debido a las dramáticas reducciones de fuerza laboral causadas por la Gran Depresión.

Pero muchas familias permanecieron en el área y construyeron casas tradicionales – incluyendo Agustín Nila, quien literalmente sentó las bases para la vitalidad y el orgullo que la próspera población hispana de Aurora celebra hoy.


Photo of Hector Jordan

Hector Jordan

1931 – 1970

Hector “Bobby” Jordan hadn’t even reported to roll call as Aurora’s first minority cop before he faced bigotry – or, more specifically, those who tolerated it.

And in 1950s America, prejudice existed in all corners. Even at the top.

So when members of the Aurora police department brass encouraged Hector “how to behave and act around the white citizens” he’d encounter on the beat, the young man with a passion to serve with honor and integrity grew angry and insulted, yet undeterred. He assured his superiors that they’d get an authentic Hector Jordan, not a kid who could be molded to fit political or personal agendas.

“Take me or leave me,” Hector said in 1955.

Less than 10 years later, Hector was honored as the city’s “Policeman of the Year,” and ultimately ascended to the top of his field as a federal undercover narcotics agent in a career routinely described as legendary by fellow officers.

An Aurora resident and graduate of East Aurora High School, Hector studied Criminalistics at the Institute of Applied Science in Chicago, leading to an esteemed career in law enforcement.

As the first Latino on the Aurora force, Hector served nine years as a patrolman and detective, confronting racial tensions and backlash throughout the tumultuous 1950s and 60s. He recruited APD’s next three Hispanic officers, along with the first African-American sworn to duty. (Today, nearly 25% of APD’s sworn officers are Hispanic.) Hector loved people and carried out his duties in his own unique way – through human kindness, concern and humor.

Hector’s rise continued when he joined the U.S. Department of Justice Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs, earning the title of Special Agent. During his career with the federal bureau, Hector was recognized for his contributions and outstanding performance in federal drug law enforcement.

His career also cost him his life.

In 1970, as Hector was set to lead an international narcotics team in Madrid, Spain, after being named Federal Employee of the Year, well-wishers threw a going-away party in Aurora, where the 38-year-old at the peak of his profession was brutally attacked and beaten by a seven-member gang of thugs. The trailblazing cop from Aurora succumbed to his injuries a few weeks later.

In honor of Hector’s selfless contributions to the Hispanic community and the excellence he achieved in law enforcement, the Hispanic Illinois State Law Enforcement Association in 1987 created the Hector Jordan Lifetime Achievement Award. In 2006, the city of Aurora recognized its true pioneer by honorarily naming College Avenue on the city’s east side “Hector Jordan Way.”

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Héctor “Bobby” Jordan ni siquiera se había presentado como el primer policía minoría de Aurora antes de enfrentar la intolerancia, o, más específicamente, aquellos que la toleraron.

Y en la década de 1950 en Estados Unidos, los prejuicios existían en todos los rincones. Incluso en la cima.

Así que cuando los miembros del departamento de policía de Aurora estimularon a Héctor “cómo comportarse y actuar alrededor de los ciudadanos blancos” que se encontraría en su zona de patrullaje, el joven con una pasión por servir con honor e integridad se enojó e insultó, pero no se dejó intimidar. Aseguró a sus superiores que obtendrían un auténtico Héctor Jordan, no un niño que pudiera ser moldeado para adaptarse a las agendas políticas o personales.

“Tómenme o déjenme,” Héctor dijo en 1955.

Menos de 10 años después, Héctor fue honrado como el “Policía del Año” de la ciudad, y finalmente ascendió a la cima de su campo como agente federal encubierto de narcóticos en una carrera rutinariamente descrita como legendaria por sus compañeros oficiales.

Residente de Aurora y graduado de East Aurora High School, Héctor estudió Criminalística en el Instituto de Ciencias Aplicadas de Chicago, lo que lleva a una carrera estimada en orden público.

Como el primer latino en la fuerza policial de Aurora, Héctor sirvió nueve años como patrullero y detective, enfrentando tensiones raciales y reacciones violentas a lo largo de los tumultuosos años 1950 y 60. Reclutó a los siguientes tres oficiales hispanos de APD, junto con el primer afroamericano que juró su deber. (Hoy en día, casi el 25% de los oficiales juramentados de APD son hispanos.) Héctor amaba a la gente y llevaba a cabo sus deberes a su manera única, a través de la bondad humana, la preocupación y el humor.

El ascenso de Héctor continuó cuando se unió a la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, obteniendo el título de Agente Especial. Durante su carrera con la oficina federal, Héctor fue reconocido por sus contribuciones y desempeño sobresaliente del orden público federal de drogas.

Su carrera también le costó la vida.

En 1970, cuando Héctor estaba listo para dirigir un equipo internacional de narcóticos en Madrid, España, después de ser nombrado Empleado Federal del Año, bienquerientes organizaron una fiesta de despedida en Aurora donde el hombre de 38 años en la cima de su profesión fue brutalmente atacado y golpeado por siete miembros de una pandilla de maleantes. El policía pionero de Aurora sucumbió a sus heridas unas semanas más tarde.

En honor a las contribuciones desinteresadas de Héctor a la comunidad hispana y la excelencia que logró en orden público, La Asociación Hispana del Orden Público del Estado de Illinois en 1987 creó el Hector Jordan Lifetime Achievement Award. En 2006, la ciudad de Aurora reconoció a su verdadero pionero al nombrar una parte de College Avenue en el lado este de la ciudad “Hector Jordan Way”.